diumenge, 11 d’agost del 2013

El mundo rural se ESCRIBE



 Dolors Reig afirma que  se ha transformado la manera de comunicarnos. La aparición de las redes sociales dan respuesta a una manera de comunicarse propia de un mundo globalizado, interconectado. Esta necesidad de comunicarse ha existido siempre y ha adoptado distintos modos para hacer posible el intercambio de información (los bandos, cotilleos, novedades, etc). 

 


 Desde hace ya unos cuantos días estoy viviendo, con-viviendo, en y con el medio rural. Y descubro que todavía quedan modos de comunicarse de una época donde el mundo se percibía más reducido y donde la proximidad de las personas permitían el boca-a-boca. 


 Estas vacaciones me he encontrado un libro en donde se explica las distintas maneras de relacionarse en los pueblos pequeños de Castilla. 


 El co-autor es Esteban Vega Doncel. Era de esas personas sabias, generosas y altruistas, comprometidas con su tiempo y militante en el medio rural. Un histórico de unas cuantas luchas (una de ellas co-fundador de  Escuelas Campesinas de Palencia)  y siempre preocupado por la vida de los pueblos. Impulsor de la Universidad Rural Paulo Freire.


 Voy a entresacar unas reflexiones de Esteban Vega sobre la manera de comunicarse en los pueblos pequeños de Castilla. Estas reflexiones pertenecen al capítulo ¿Cómo nos relacionábamos? ¿Qué nos queda? Pgs 49-51 del  libro El mundo rural se escribe; aún es tiempo de esperanza. Editorial Referencias (2013)


 Leerlo me está resultando una verdadera gozada.

 
Vega de Doña Olimpa (Palencia) by Marta Digón

“Hace años, las gentes de nuestros pueblos disponían de numerosos lugares y momentos para el encuentro, la convivencia, la discusión y, por qué no, las broncas”. (pág 49)

“Lo hacían las mujeres en las plazas y esquinas en las que paraban los vendedores ambulantes… En las solanas para zurcir calcetines y hablar de todo un poco. Se reunían en la iglesia con motivo de fiestas religiosas, el mes de las flores, etc”. (pág 49)

“Los hombres se reunían para celebrar los concejos, las subastas, o en las huebras… sin olvidar aquellos lugares en los que se ponían al día en lo que concernía al precio del trigo o la cebada… Por supuesto, la cantina era lugar para los hombres…” (pág 49)

En cuanto a encuentros y celebraciones profanas, “no podemos olvidar la matanza, la metida de la paja, las despedidas de soltero, la entrada en quintas, la vendimia, el carnaval, Santa Brígida, etc.. según localidades” (pág 50)

“Con todas estas fuentes de relación y encuentro, toda una visión del mundo se concentraba en nuestro pueblo, parecido al de al lado, aunque la rivalidad nos enfrentara para convencernos de que el nuestro era el mejor” (pág 50)

Y concluye “descuidando la dimensión afectiva, corremos el riesgo de convertirnos en autómatas descerebrados que se limitan a trabajar y consumir…” (pág 51)

De la plaza del pueblo al grupo de whatsapp han pasado muchos años. Pero la esencia continua siendo la misma: la necesidad de comunicarse, relacionarse, interconectarse con nuestra vida y la de los otros.

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  El mundo rural se escribe. por Marta Digón se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported.